Pensaba en lo importante que es aprender a soltar, y a la vez, en lo difícil que muchas veces resulta lograrlo. Estamos acostumbrados a cargar con nosotros una mochila llena de sentimientos, emociones, apegos, asuntos pendientes, que van haciendo cada vez mas pesada la carga y nos van dificultando el camino.
Que bien se siente cuando nos detenemos a revisar esta mochila, y nos armamos de valor para soltar lastre, o incluso dejar a un lado la mochila y andar libres de equipaje. Cuesta aprenderlo, cuesta acostumbrarse, cuesta dar ese paso. Son tantos los apegos, tantos los frenos que nos imponemos que no resulta tarea sencilla.
Pero como todo en la vida, es cuestión de práctica. Cuando tomamos la decisión consciente de soltar, y lo practicamos de vez en cuando, esta actitud se va incorporando a nuestra vida. Esto no significa que no lo volveremos a hacer, el impulso siempre estará, pero la práctica conseguirá que soltemos mas a menudo y así logremos avanzar ligeros por la vida.