sábado, 29 de marzo de 2025

Semillas...


 

Asistí en días pasados a una graduación de sanadoras energéticas. Fue muy emotiva, compartieron testimonios, aprendizajes, proyectos, vivencias, experiencias, y también  un cuento de Jorge Bucay que me gustó mucho. Se los comparto:

Sueños de semilla

"En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades. Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después.  Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar. Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol.

Y tantas son las semillas como son los sueños secretos. Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas… para convertirse en árboles.

Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.

Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos.

Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos…

Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.

Nada hay que temer… una sabiduría interior las acompaña… porque cada semilla sabe… cómo llegar a ser árbol…"

viernes, 21 de marzo de 2025

Quien guía a quien...


Subí el otro día al transporte público y tuve la suerte de encontrar asiento disponible frente a la puerta. Me senté y me percaté que a mi lado viajaba una persona ciega. Iba dormitando y me pregunté cómo sabría cuando le tocaba bajar. 

Al llegar a mi destino le avisé al chófer "bajo en el óvalo" y al escucharme, mi compañero de viaje me dijo que también bajaba ahí. Le ofrecí ayuda y bajamos juntos. 

Me preguntó si yo también iba a la estación del tren, le respondí que no pero que si deseaba lo podía acompañar ahí. Y emprendimos camino. 

Me contó que había perdido la  vista a los 40 años por una enfermedad. Que él había
frecuentado en su juventud la zona por donde estábamos transitando pues estudió en un colegio de la zona. Me contó también que actualmente  trabaja en un centro de masajes terapéuticos. 

Recordó anécdotas de su juventud, reímos, charlamos y lo dejé en la estación. 

Yo le ofrecí ayuda, él me brindó su confianza. Lo guíe unas cuántas cuadras y él me guió por el camino de superar adversidades y conservar el buen ánimo. Quedé agradecida con este encuentro.

sábado, 15 de marzo de 2025

Revoltijo de emociones...


Que importante que resulta  poder identificar nuestras emociones. A veces vienen mezcladas y nos causan confusión. No es tarea fácil, no estamos acostumbrados a mirar hacia dentro ni a hablar de lo que sentimos.  

No entendemos bien qué nos sucede, por qué de pronto pasamos de la alegría a la tristeza, nos encendemos, sentimos miedo o nos llenamos de apatía.  No hemos aprendido a manejarlas y cuando aparecen nos toman por sorpresa. Estamos mas acostumbrados a taparlas, a esconderlas.   Siempre hay algo de fondo, es bueno mirar hacia dentro, analizarnos,  conocernos, comprendernos.

Hay un libro para niños titulado "El monstruo de colores" y habla de las emociones. Enseña a los niños a identificar la alegría, la tristeza, la ira, el miedo, la calma, la decepción, el amor. Y explica  que todas son igual de importantes, que no está ni  bien ni mal sentirlas, simplemente son parte de nosotros, de nuestro ser.

Hay que permitirnos reconocerlas, sentirlas, aceptarlas,  expresarlas, para poder manejarlas y luego dejarlas ir. Darles nombre y hablar acerca de lo que sentimos ayuda a entendernos.  Es importante conocer nuestro punto de equilibrio, nuestros detonadores, nuestras estrategias para procesarlas y lograr así vivir en armonía.

sábado, 8 de marzo de 2025

En clave murciélago...


 Un post de mi amigo Ernesto,  del blog "Cayado de sándalo", en que recordaba la emoción que despertaba la venida del cartero trajo a mi memoria grandes recuerdos de aquellas épocas.

Cuando yo tenía 10 años de edad, mi hermana mayor migró a Suiza para casarse y establecerse allá.  Con mucha tristeza la vi partir, aunque sin tomar conciencia del cambio radical en mi vida que significaría su partida. A los pocos días de su viaje llegó la primera carta, ver mi nombre en el sobre, escrito de su puño y letra, me emocionó mucho, y me alegró mas palpar el contenido y ver que era gordito. Abrí con ansias el sobre, aunque teniendo cuidado de no romper las estampillas tan bonitas que traía y saqué varias hojas de papel aéreo llenas de su letra. Con cuanto entusiasmo leí todos los pormenores de lo que ella estaba viviendo por allá. E inmediatamente me hice de algunas cuartillas de papel y le respondí contándole de nosotros por acá. Recuerdo el cuidado que ponía para que mi letra quedará clara y ella pudiera entender mi carta. 

Y así las cartas iban y venían llenas de anécdotas, detalles, preguntas mil de mi parte, dudas que no me atrevía a preguntar a nadie acá, confidencias. Esas cartas supieron llenar el vacío que me dejo su ausencia.

También recordé la correspondencia que mantuve con mi mejor amiga cuando teníamos 15 años y su papá la mandó a un colegio internado en otra ciudad. Con cuanta tristeza nos separamos e ideamos como escribirnos sin que los adultos pudieran entender nuestras confidencias, lo hacíamos en clave murciélago, que asigna números a cada letra y así podíamos compartir nuestras respectivas vivencias en ese año que estuvo fuera. Cuanta inocencia pensar que no las podrían descifrar.

Era lindo también atesorar esas estampillas tan bonitas que venían de distintas ciudades, hasta un álbum armé con ellas. Con el tiempo  he podido cultivar muchas amistades intercambiando cartas. Emociona abrir el correo y ver que la respuesta llegó.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...