Las últimas semanas nos hemos visto de alguna manera envueltos en los preparativos que conlleva la navidad. Directa o indirectamente todos nos vemos involucrados.
Vienen a mi mente recuerdos de infancia, costumbres de cada hogar. Empezando diciembre mi abuelita sembraba trigo en varias macetas pequeñas, calculando que para el 24 estuvieran listas. Mi tía abuela, llegaba el 23 con una gran canasta de paja en la que traía cuidadosamente envueltas las imágenes del nacimiento que colocaba en la chimenea y rodeaban de los triguitos y algunas velas, y al niño lo colocaban en un montoncito de paja. Todo tenía para mi un halo de misterio, las figuras de madera, oscurecidas por el tiempo me impresionaban y me daban cierta tristeza.
Han sido estos días intensos y especiales. El tiempo de adviento en familia, encendiendo una vela cada domingo, los preparativos de la cena, la reunión familiar, los niños revoloteando, algarabía, voces emocionadas, villancicos llenando la casa, mientras preparábamos las viandas. Abrazos, intercambio de regalos, cena compartida, cariño por doquier, buenos deseos. Recuerdos también presentes, abrazos invisibles, ausencias que dejan huella. Todo mezclado. Sensibilidad a flor de piel.
Hoy para cerrar con broche de oro, entonamos con el Coro en la misa navideña Gloria in Excelsis Deo, El tamborilero, Canticorum, Il e ne le divin enfant, Stille Nacht, todo a pleno pulmón, emocionados, con los ojos húmedos y unidos en el sentimiento.
Días movilizadores, pero que dejan un buen sabor. Deseos de paz albergan los corazones, paz que se propague, paz que se difunda, paz que se esparza de mano en mano y se pueda creer que lograrlo si es posible.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber que paseaste por acá, y más aún que dejes tu huella....