martes, 16 de septiembre de 2025

Generosidad...


Pensaba el otro día en la generosidad. En el mundo tan convulsionado en que vivimos olvidamos a veces cuanta generosidad hay en nuestro entorno o en los pequeños detalles que recibimos a veces sin valorarlos.  Analizando mi vida, recordé varios momentos en que he sido bendecida de alguna forma por la generosidad de otro.  Y ocurre que uno puede ser generoso de distintas maneras, generoso con tu tiempo, generoso con cariño, generoso con un  oído atento, generoso con un hombro en que apoyarse, generoso con un bien material, generoso con una ayuda.

Hoy pienso en la tía Blanquita. Hace 50 años, cuando asistía a la secundaria, hice amistad con una compañera de clase que vivía a pocas cuadras del colegio. Yo vivía cerca también e iba caminando, y su casa me quedaba de camino así que pasaba por ella para llegar juntas.  Invariablemente, cuando tocaba el timbre, su mamá me invitaba a pasar, y me esperaba con una vasito de jugo recién hecho, un pancito caliente o algún detalle que me llenaba de calor de hogar. Todos en esa casa me acogían como a un miembro mas de la familia. Su hermano menor esperaba que los visite para invitarme a jugar con él, su hermano mayor nos contaba sus experiencias en la universidad y  sus papás me hacían bromas y sobre todo me hacían sentir la seguridad de un hogar estable. 

En esa época en mi casa no se vivía un ambiente así, había inestabilidad, conflictos, y para mi llegar a casa de mi amiga era el paraíso.  Terminamos el colegio y nuestros caminos se distanciaron. Hace unos seis años me encontré con una amiga en común quien me contó que mi amiga había fallecido, al igual que su papá, pero su mamá, la tía Blanquita, seguía viva y habitando la misma casa de mis recuerdos. 

La contacté y coordinamos una visita.  Llegué emocionada y fue un encuentro hermoso. Ahí estaba ella bajando la escalera con los brazos abiertos, dándome uno de esos abrazos que te recomponen el alma y haciéndome sentir que el tiempo no había pasado. Estaban también sus hermanos que habían llegado especialmente al saber que la visitaría. Todo fue cariño, recuerdos, anécdotas. No hubieron reproches por el tiempo transcurrido, no hubo resentimientos por mi distanciamiento, solo corazones generosos que me acogieron como si fuese ayer cuando mi yo adolescente buscaba refugio en su casa. 

Ahora nuevamente, es una casa que frecuento, que me llena de buenos recuerdos y de cariño. Este año tía Blanquita ha cumplido 90 años y su lucidez, fortaleza, resiliencia y amor la siguen acompañando. Es un ejemplo para mi, y un recordatorio de que la generosidad existe.

18 comentarios:

  1. Ciertamente un ejemplo de generosidad la de esta familia. Y a la vez un encuentro de satisfacción para ti en aquellos años tan delicados.
    Quien tiene esa disposición en su interior, la encuentra y ve reflejada en su vida.
    Abrazos, Cecilia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fue muy importante y valioso para mi, contar con ellos en esos tiempos. Ahora es gratificante poderle brindar a ella compañía.
      Abrazos, amigo

      Eliminar
  2. Hay personas que te confortan con solo una mirada, no hacen falta más gestos para encontrar la paz que te provocan. Aquí ahora les llaman tu “persona vitamina”, porque te hacen sentir tan bien que te llenan de energía positiva.
    Me alegra tu reencuentro con una familia tan especial y que tanto significo y ahora significa para ti. Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, hay personas que tienen ese don, que esparcen paz a su alrededor.
      Abrazos

      Eliminar
  3. Un enternecedor relato, Cecilia, tuviste la suerte de poder reencontrarla y seguir ahora manteniendo la amistad! Acá tuvimos a nuestra abuela Blanquita, mi mamá, que fue el motor de la familia, un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Maria Cristina, que lindo lo de tu mamá Blanquita, tan fuerte e importante.
      Abrazos

      Eliminar
  4. Qué belleza de relato, Cecilia. La generosidad de la tía Blanquita se siente en cada gesto que describes, y en la forma en que su hogar se convirtió en un refugio para tu alma joven. Esos recuerdos compartidos, llenos de cariño y sencillez, nos recuerdan que hay personas cuya presencia transforma nuestro mundo. Qué maravilloso que, a sus 90 años, siga irradiando ese amor que la distinguió siempre.
    Gracias por abrirnos la puerta a esta historia entrañable, que nos reconcilia con lo esencial y que nos recuerda que la bondad existe y que los vínculos sinceros nunca se pierden.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Enrique, es grato recordar esos momentos, esas personas especiales, que te hacen creer en la bondad y en la generosidad.
      Abrazos

      Eliminar
  5. Linda historia y siempre es bueno ser generoso y a gradecido. Te mando un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Judit, ciertamente, es bueno ser siempre generoso y agradecido.
      Abrazos

      Eliminar
  6. Un bello relato, impregnado por tus recuerdos... Muy bella evocación.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay momentos en que ciertos recuerdos insisten en asomar y ser contados.
      Abrazos

      Eliminar
  7. Cecy, es muy hermoso lo que nos has contado. Te felicito por ese encuentro tan maravilloso.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola querida Sara, si que me ha sido valioso ese reencuentro. Verla y conversar con ella me lleva de paseo por gratos recuerdos.
      Abrazos

      Eliminar
  8. Que dulce recuerdo, me alegra que hayas podido contactar nuevamente con esas personas tan nutritivas. Te deseo un lindo fin de semana!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, ha sido una bendición poder reencontrarme con ellos.
      Abrazos

      Eliminar
  9. Que bella historia y por supuesto un tremendo saludo a tu tía Blanquita

    Paz

    Isaac

    ResponderEliminar

Me encanta saber que paseaste por acá, y más aún que dejes tu huella....

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...