Hoy salí como cada mañana a mi recorrido por el malecón pero decidí que hoy mas que contemplar, prestaría atención a los sonidos. Normalmente estoy tan concentrada en mirar o en escuchar todo lo que mis pensamientos me cuentan que casi no escucho lo externo. Pero hoy no fue así y quedé gratamente sorprendida.
Lo primero que escuché fue el canto de las aves, acompasado, rítmico, entonado, y cada cual con su sonido particular. Luego me sorprendió lo fuerte que se escucha el romper de las olas ahí abajo, el sonido llega nítido pese a la distancia y unido al canto de las aves se convirtió en música natural.
De vez en cuando se sentía el motor de un avión sobrevolando entre las nubes, y en otros momentos se oía con claridad el silencio, grande e imponente. El golpeteo sordo de las pisadas de todos los que como yo llegan a empezar el día ahí también se hacía escuchar, y uno que otro ladrido.
Muy lejano se sentía el ruido de los autos que pasan presurosos por el malecón, junto con los sonidos de una construcción cercana. Parece mentira cuanta diferencia hace prestar atención, estar presente y escuchar conscientemente. Es como descubrir un mundo nuevo de sonidos.
Esto me recuerda también la importancia de escuchar de verdad a los demás. A veces cometemos el error de suponer lo que nos quieren decir y completar en nuestra mente las oraciones. Es muy grato encontrar alguien que escuche de corazón.
Lo de hoy ha sido una experiencia placentera y enriquecedora que seguro repetiré con frecuencia.
En tu caso me consta que será así!
ResponderEliminarAbrazos Cecilia.
Escuchar a la Naturaleza, escuchar los sonidos cercanos y escuchar realmente a quien nos cuenta su problema, un abrazo Cecilia!
ResponderEliminarLa naturaleza, ¡cuán bella es! y cuanto la maltratamos.
ResponderEliminarUn placer y un regalo, estar ahí para disfrutarlo.
Aprovecha ahora, si es que tus oídos oyen bien. De lo contrario tendrás que ponerte audífonos y verás, también, cómo, te sorprenderás.
ResponderEliminarBesos Cecilia