martes, 30 de abril de 2024

Y de repente un amigo...


 

La sorpresiva muerte de mi compañero de vida, no solo me dejó tristeza, dolor, vacío y soledad. También me dejó muchas interrogantes.  

¿Quién soy yo ahora?

¿Qué parte de mi de aquella que fui permanece en mí?

¿Cómo será mi camino a partir de ahora?

¿Tendré la fuerza necesaria?

¿Tomaré con facilidad sola mis decisiones?

Y así, una tras otra fueron llegando muchas preguntas a mi cabeza. Sé que la vida es constante cambio, y que nosotros también cambiamos momento a momento.

Sé también que cuando compartimos el día a día con alguien, vamos asimilando cosas de ese alguien, y este a su vez asimila cosas nuestras.  Y nos convertimos en una suerte de fusión.

Y me preguntaba yo que quedaría de aquella joven de 17 años tras compartir 44 años juntos.

 ¿Permanecería aún dentro de mí?

 ¿Sería posible volver a ser simplemente yo?

¿Podría redescubrir que me gusta a mí?

Me venía a la cabeza la canción de Mercedes Sosa que dice:

 “Volver a los 17, después de vivir un siglo,

es como descifrar signos, sin ser sabio competente,

volver a ser de repente tan frágil como un segundo,

volver a sentir profundo como un niño frente a Dios,

eso es lo que siento yo en este instante fecundo”…

Y un par de meses después, recibo un mensaje de Facebook, de quien fue mi mejor amigo en esa época de adolescencia y juventud, que supo ser amigo, amor platónico, confidente, y compinche,  y a quien por azares del destino no había vuelto a ver ni saber nada de él. Me escribió curioso de saber que fue de mi vida y me comentó que le gustaría retomar aquella vieja y entrañable amistad.

Y empezamos a conversar a menudo por teléfono, pues vive en otro país. Y tuvo la paciencia de escuchar mis largos silencios de congoja, y supo entender e interpretar mis monosílabos, así como adivinar como me sentía en aquella apatía en que estuve sumida los primeros meses.

 Y sin saberlo, dio respuesta a muchas de mis interrogantes, pues supo reconocerme en aquella persona en que me había convertido y me repitió muchas veces que yo no había cambiado y que sentía que yo seguía siendo la misma yo con la que solía compartir sus cosas en aquella época.

Me dio tranquilidad. Ahora ya me reconozco, he podido continuar mi camino por la vida, tomar algunas decisiones, darme cuenta que si tengo las fuerzas que requiero, reconocer qué me gusta, y mirar con gratitud aquellos muchos años de vida compartida.

Agradezco  que en momento oportuno haya reaparecido ese amigo, y me agrada saber que la esencia de uno permanece intacta, pese a los avatares de la vida.

martes, 23 de abril de 2024

Volteretas ...


 Nací en 1962 y hoy cumplo 62 años, me gusta esa coincidencia, es algo que no se repetirá. Me gusta mirar la vida con curiosidad y dejarme sorprender. No siempre es fácil, vamos creciendo y el camino siempre cambia. No todo permanece, pues estamos de paso por acá. A lo largo de estos años he aprendido lo importante que es vivir el presente y disfrutar el ahora que es lo que realmente hay.

 La vida avanza deprisa y nos va llenando la mochila de experiencias, aprendizajes, vivencias, conocimientos, recuerdos. Sumamos, restamos, encontramos, perdemos, aprendemos, nos fortalecemos, crecemos y avanzamos. 

Mi abuelo solía recordar que en la Lima de antaño  celebraban los cumpleaños durante una semana. Cada día tenía un nombre: antevíspera, víspera, santo,  joroba,  corcova,  respinguete y  andavete.

El mio será mas sencillo, pero intentaré disfrutarlo y sobre todo sonreír y agradecer por un día mas de vida.



jueves, 18 de abril de 2024

Los giros de la vida...


Cambia la vida

de giro en un instante

y sin aviso...


Desasosiego,

temor, incertidumbre,

enojo y dolor...


O alegría, paz,

entusiasmo, confianza,

sorpresa, emoción... 


Pasan los días,

nos acostumbramos,

hay que continuar...


Nos adaptamos,

y cuando lo logramos,

vuelve a girar...


domingo, 14 de abril de 2024

Bullicio y magia...

 


Por las mañanas, suelo ir a trotar alrededor de un parque cercano a casa, que esta cercado con una reja. Luego entro y completo mi rutina de ejercicios/caminata/relax/respiración/meditación para empezar mi día recargada.

El jueves, amanecí un poco melancólica y apenas entré, luego de trotar, me crucé con una ardilla que bajó curiosa de un árbol, me miró un momento y luego volvió a trepar. Primer esbozo de sonrisa.

Continúo mi camino y me cruzo con Victoria, quien se ocupa de mantener la limpieza en el parque, que me saluda con su amplia sonrisa y me anima  al verme ejercitando. Siempre lo hace, es un ángel. Le agradezco y correspondo la sonrisa.

Sigo avanzando y empieza el concierto. Parece que todas las aves del distrito se hubieran reunido ahí, y me regalaran un canto coral a cuatro voces. Las hay de todo tamaño y color, están los mirlos, las cuculí, las palomitas, los correcaminos, los amarillitos, los de pecho azul, y tímidamente, en lo alto de una rama, un petirrojo.

Han puesto a correr el agua, y los jardines están inundados, formando una enorme piscina donde chapotean y se refrescan. Algunas mojan su cabecita y la sacuden, otras remojan la pancita y levantan el ala. Es un espectáculo verlas y escucharlas. Por supuesto que a estas alturas ya mi sonrisa se hizo permanente. Y contemplo el parque, el día, la vida, con otros ojos. 

Para completar la fiesta, una mariposa revolotea coquetamente cuando camino por la pérgola, se posa en una flor y bate sus alas suavemente. Ahí la melancolía inicial ya ha desaparecido. Puedo ahora percibir el colorido de las flores que acaban de sembrar, y veo con el esmero que los jardineros las mantienen siempre limpias y llenas de vida.

Pequeños detalles cotidianos, milagros del día a día, que pueden hacer la diferencia. Me retiro sonriente, el guardián al despedirnos me desea que tenga un buen día, y si que le  creo. Sé que me espera un bonito día por delante.  Gracias naturaleza, gracias vida!

miércoles, 10 de abril de 2024

Añoranzas...


 

De improviso  te marchaste,

Y un gran vacío dejaste,

Mi corazón desolaste,

Sin equipaje volaste.


Es la vida, me dijeron;

Todo pasa, añadieron;

Eres fuerte, comentaron;

Si se puede, agregaron.


Hay momentos de nostalgia,

también de melancolía,

hay retazos de  alegría,

que me infunden valentía.


Mas el tiempo con su magia,

Trae calma que contagia,

Vientos suaves que presagian

Nuevos tiempos de armonía…

 


viernes, 5 de abril de 2024

Aceptar...




 Hoy recordé a una preciada amiga que  con gran sabiduría me dio un consejo que me acompaña siempre. Ante una situación de pérdida me dijo que ella había aprendido que lo mejor era aceptar. Y me dejó pensando....

Y pronto comprendí cuanta razón tenía en su consejo. Como algo tan aparentemente trivial puede cambiar tanto nuestra percepción de las cosas. Esta pequeña palabra, de tan solo 7 letras tiene mucho poder. Aceptar. Aceptar que ya sucedió. Aceptar y reconocer que nada podrá cambiar esa realidad. Aceptar que la vida continúa, distinta, si, pero continúa.

 Cuando uno acepta conscientemente las cosas que suceden, sean triviales, o importantes, nuestra mirada cambia.  En vez de rumiar lo sucedido o devanarnos los sesos preguntándonos porqué sucedió esto o aquello; o cuestionarnos incansablemente qué hubiéramos podido hacer diferente, hemos de aceptar.

Aceptar, asimilar, incorporar a nuestra vida, a nuestro día a día, la nueva realidad, que pronto dejará de ser nueva para convertirse en cotidiana.


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