Sucede con frecuencia que, en mis momentos de silencio, me toca ser testigo mudo del diálogo interior que se genera entre mis pensamientos. Confluyen ahí varias voces.
Esta la voz analítica, que quiere desmenuzar cada detalle de lo sucedido y entender el porqué de todo. La voz ansiosa, que se anticipa a lo que va a ocurrir, y quiere tomar acciones antes aún de que algo suceda.
La voz confiada, que opta por dejar que las cosas fluyan de manera espontánea y no quiere intervenir. La voz insegura, que nunca logra decidir cuál paso dar, o qué camino tomar.
La voz crítica que todo lo cuestiona y lo hace ver negativo. La voz calmada, que se mantiene serena y transmite armonía y equilibrio.
La voz
amorosa que opina que todo está bien y aprecia lo que hacemos.
A veces se presentan varias juntas, en otros momentos solo alguna. Si las ignoramos son más persistentes, es preferible escucharlas, aceptarlas y dejarlas pasar sin darles tanta importancia .
Según la circunstancia
que atravesemos elegiremos a cuál escuchar. Es importante tomar distancia un
momento antes de elegir, respirar y decidir con calma para no actuar apresuradamente.