Cuantas veces nos sucede que decimos algo y luego descubrimos que la otra persona escuchó algo distinto a lo que quisimos decir. Basta un ligero cambio en la entonación, en nuestra expresión, un gesto que acompañe lo que decimos o una palabra en lugar de otra.
Sin olvidar que también influye nuestro estado de ánimo y el estado de ánimo de quien nos escucha. O inclusive lo que el otro cree percibir que decimos según su propia forma de pensar.
Por eso creo que comunicar es todo un arte. Hemos de hallar la receta perfecta que combine la palabra precisa, el tono correcto, la expresión corporal adecuada y la actitud en consonancia.
El otro día mi nieto me invitó a jugar, cosa que hacemos habitualmente, pero en ese momento yo estaba ensimismada y le respondí que iba enseguida.
No quedó conforme con mi respuesta y me preguntó :
"¿por qué estás con esa voz?"
Me tomó por sorpresa y le respondí:
"¿cual voz? es la de siempre"
Inmediatamente me replicó:
"No, es tu voz de corregir"
Yo me reí y a la vez me quedé atónita. En primer lugar porque no sabía que tengo también una voz de corregir, y en segundo lugar porque no imaginé que él escucha no solo las palabras que se le dicen sino también el tono en que le son dichas.
Esto me llevó a reflexionar en lo importante que es aprender a comunicarnos y ser muy cuidadosos al hacerlo para evitar malentendidos y poder transmitir lo que en realidad queremos decir.