martes, 16 de julio de 2013

Una como tantas...


Podría decirse que desde el instante mismo en que se formó, sintió que era muy especial. En realidad  era una más entre muchísimas, todas apretaditas en ese interior suave y oscuro, luchando por obtener su propio espacio, y sin saber bien qué pasaría luego. Pero su intuición le decía que por muchas cosas que ocurrieran ella de alguna manera destacaría. Y así fue creciendo y poniéndose redondita y compacta, incluso sentía que aquella sustancia gelatinosa que la recubría como suave vestimenta era más brillante que la del resto.  Apretujada entre las demás pero sintiendo que destacaba, y sin prestar atención a las otras que la querían convencer de que eso era todo y que jamás saldrían de la cueva seguía  con atención cada movimiento y cada cambio ocurrido en ese interior sumido en las penumbras.
Las otras percibían que ella se sabía especial y empezaban a murmurar y apartarse un poquito de ella, pensando que era una ilusa al creer que podía haber algo más. Y así pasaban los días, y la cueva en que habitaban se  hacía más grande y ellas seguían aumentando en cantidad y tamaño, prácticamente no quedaba un espacio libre en este interior pues ya sumaban medio millar.

Un  día sintieron que algo movía toda la cueva y que ésta se abría y se separaba en dos quedando todas ellas al descubierto, cegadas y maravilladas al sentir la luz que las inundaba.  Esto causó gran confusión y revuelo, los comentarios no cesaban, y el temor se hizo presa de la mayoría. Algunas se cayeron, otras se desmayaron o  rodaron  y  se extraviaron, pero ella se concentró para brillar más y para hacerse notar y consiguió ser una de las elegidas.  Y fue así que le dieron un baño y masaje profundo, la secaron al sol, la frotaron con arena y luego la cubrieron con las mejores tierras,  la alimentaron con vitaminas abundantes y la bañaron  con frecuencia hasta que tuvo la dicha de comprobar que crecía y se desarrollaba y poco a poco se iba convirtiendo en una hermosa planta de papaya dispuesta a dar los mejores frutos.

Deja tu huella
en tu corto paseo
por este mundo...

Soñadora

10 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Son muchas las semillas y pocos los buenos frutos, algunos son únicos.

Un abrazo.

Adriana Alba dijo...

Que ternura de texto.
La semilla encierra la promesa de todo un bosque, en éste caso la papaya cumplió con su cometido.
Besos Soñadora.

Camy dijo...

Hay semillas que son especiales...
Amistades también...
Te mando muchos rayitos de sol, excesivos en estos momentos aquí...Hasta septiembre un beso muy fuerte

Sara O. Durán dijo...

¡Guau! Me centré en la burbuja y nada que era la semilla. Te quedó tan bello, con una delicadeza que es una caricia para el espíritu.
Yo también te mando muchos rayitos de sol, para que no pases frío.
Besos, amiga.

Abuela Ciber dijo...

Que hermoso canto a la esperanza,a tener sueños y que se pueden convertir en realidad y......crecer para darse a los demás.

Hermosisimo

Cariños

Soñadora dijo...

Rafael, habrá que seguir sembrando..

Un abrazo!

Soñadora dijo...

Adriana, gracias por tu comentario, siempre enriquece!

Besitos,

Soñadora dijo...

Camy, gracias por tu amistad, y tus rayitos de sol!

Besos,

Soñadora dijo...

Sara, gracias por tus palabras y tus rayitos de sol, muy bienvenidos.

Besitos,

Soñadora dijo...

Abu, que bonito comentario, gracias!

Besitos,

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