Había una vez un hombre
muy pobre a quien arrestaron por robar una pipa vieja.
Una vez en la cárcel, tanto los jueces como los
carceleros se olvidaron de él y pasó mucho tiempo sin que se lo juzgara. De
manera que empezó a pensar en cómo podría salir de allí.
Como por la fuerza no
podía escapar, pensó en algún truco que le permitiera recuperar la
libertad. Así que un día llamó al carcelero y le dijo que
lo llevara ante el rey.
— ¿Y para qué quieres tú ver al rey? —le
preguntó el carcelero.
— Porque tengo un tesoro muy valioso para él
—respondió el preso.
Entonces lo llevaron hasta la sala del trono.
— ¿Cuál es ese tesoro tan importante que tienes
para mí? —dijo el rey.
En ese momento, el preso sacó un pañuelo de su
bolsillo, lo abrió y le mostró al monarca una semilla.
— Su majestad, esta semilla es muy especial. Si
la planta una persona honrada, que nunca haya robado ni mentido, crecerá de
ella un peral en el que madurarán peras de oro. Si no es así, el peral sólo
ofrecerá las peras de siempre. Así que te la ofrezco a tí, que seguramente
nunca has robado ni engañado a nadie — explicó el preso mientras hacía una
reverencia.
— ¡Vaya! —exclamó el rey, que recordó que una
vez cuando era pequeño había robado una moneda de oro a su madre y rehusó el
ofrecimiento.
— Bien, que la plante vuestro canciller,
entonces —dijo el preso.
— ¡Vaya! —exclamó también el canciller, que se
dejaba corromper fácilmente.
— Que lo intente entonces el comandante del
ejército real —propuso el preso.
— Pero yo no sirvo para jardinero —se excusó el
comandante, que solía reducir la paga de sus soldados para engrosar las monedas
de su bolsillo.
— Entonces, que lo haga el juez —sugirió el
preso.
Pero tampoco el juez quiso plantar la semilla,
porque sus veredictos solían depender de los sobornos que recibía.
Ante tantas negativas, el preso dijo:
— Todos vosotros, aunque tengáis cargos
importantes, robáis, mentís y engañáis y no por eso estáis en la cárcel. Y yo,
que robé tan sólo una pipa vieja, debo seguir encerrado.
El rey comprendió su argumento y ordenó que lo dejarán en libertad.