Hoy mis recuerdos me han llevado de viaje. Un viaje de 24 años en retrospectiva, en los cuales he sido madre, hija, amiga, hermana, compañera y cómplice de una persona muy especial para mí..........mi hija. Hoy ella cumple 24 años de vida, y yo 24 años de madre y por eso quiero dedicarle a ella este post.
Sentir su presencia en mi interior durante el embarazo fue una experiencia increible, ver sus piecitos y manos moverse a través de mi piel, empezaron a forjar mi instinto materno. A los 5 meses y medio de embarazo, amenazó con escaparse, lo que me llevó a un reposo de 3 meses, en los que el doctor ordenó que no debía moverme ni tener preocupaciones. Pasó el tiempo, y al llegar a mi chequeo de 8 meses y medio, el doctor me dijo:
-Si te dejo volver a tu casa, corro el riesgo de que des a luz en el ascensor, pues ya estás lista!
Y fue así como quedé internada y a las pocas horas nació mi pequeña. Recuerdo perfectamente el ajuar que le había tejido para salir de la clínica. Era una chaquetita a rayas rojo y blanco, en conjunto con un overolcito rojo. Tejerlo para mi fue toda una hazaña, y pese a sus imperfecciones , lo lucí orgullosa.
La vuelta a casa fue toda una aventura, sentía mucho temor de hacer algo mal, era primeriza y no tenía ninguna experiencia. Pero pronto descubrí que el instinto materno funciona muy bien y suele ser el mejor maestro.
Hemos crecido juntas en estos 24 años, nos hemos acompañado mútuamente en muchas oportunidades, hemos sido indistintamente el apoyo una de la otra , hemos conocido de alegrías y tristezas, de fortalezas y debilidades, de triunfos y derrotas, de equivocaciones y aciertos, pero lo más importante es que hemos aprendido a confiar plenamente una en la otra, y a tener la certeza de que siempre estaremos ahí, cuando nos necesitemos. Y hemos tendido un puente que une siempre nuestras orillas. Un puente que ambas hemos ayudado a construir y a cimentar, y que ahora luce fuerte y resistente.
Hubo momentos en que hubiera dado todo por evitarle algunas lágrimas , pero en este camino también aprendí que si no lloramos, no crecemos; que después de la tormenta .....llega la calma, y que luego las risas se disfrutan más.
Me hubiera gustado poderle escribir alguna poesía, o hablar en una prosa perfecta acerca de nuestra relación, pero no tengo esa habilidad, sólo sé hablar con el corazón.
Por eso mi "chiquita" , deseo que hoy sea para tí un día de mucha alegría, pero sobre todo ruego a Dios que siempre seas feliz y que puedas hacer realidad todos tus sueños, no olvides que puedes lograr aquello de lo que te sientas capaz, el cielo es el límite!
¡Estas flores son para tí!
¡Te quiero mucho!