
Hace algún tiempo, cuando nos mudamos de casa nos instalamos en el nuevo barrio conociendo sólo las avenidas principales y una que otra callecita aledaña. Algo que me gustaba mucho era ver a mi alrededor varios parques, pero el trabajo y el apuro no me daban el tiempo de salir a conocer mucho el contorno.
El último paseo que dimos ahí fue doblemente especial pues mi hijo que estudia en Alemania, vino de vacaciones y ha pasado dos meses con nosotros y pensamos que sería bonito ir ahí. Así que una tarde nos encaminamos hacia allá a disfrutar del paisaje, del aire puro, del canto de los pajaritos, de la caminata, de la leve llovizna que empezó a caer ni bien salimos de casa y especialmente de la compañía. Fue como volver atrás algunos años y recordar cuando llevaba a mis pequeños de paseo, con la diferencia que ahora eran ellos los que me llevaban a mí, y me cuidaban al trepar. Fue para mí un momento muy especial, uno de aquellos que atesoro con mucho cariño en mi corazón porque sé que ahí quedará para siempre.
Mi hija por el contrario, fue la que se encargó de "explorar" todas las rutas posibles en sus largas y frecuentes caminatas, y cuando salíamos a pasear me llevaba cada vez por distintos caminos para írmelos mostrando.
Yo había tenido que acudir a la sede de la Municipalidad del distrito algunas veces para realizar tr
ámites, y me había percatado que estaba junto a una especie de loma pero no le dí mayor importancia y no fui lo suficientemente curiosa para entrar. Pero ella si que lo hizo y descubrió que a tan solo unas cuadras de la casa había un pequeño paraiso en medio de la ciudad, y me lo comentó, y luego me llevó a dar un paseo por ahí.

Es un cerro que el municipio ha reforestado y es como pasear por un pequeño bosque en miniatura. Incluso hay zonas en que la tupida vegetación permite que olvides por un momento que te encuentras en medio de la ciudad. Se respira paz y la brisa ahí es mas limpia.
