lunes, 31 de octubre de 2011

Reflejo interior...



Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo. Un día, un joven se le acercó y le preguntó:


“Yo nunca he venido por estos lugares, ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?”
El anciano le respondió con otra pregunta:


“¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?”


“Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allá”


“Así son los habitantes de esta ciudad”, le respondió el anciano.


Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:


“Voy llegando a este lugar, ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?”


El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:


“¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?”


“Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos”


“También los habitantes de esta ciudad son así”, respondió el anciano.


Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:


“¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?”


“Mira” – le respondió – “Cada uno lleva el universo en su corazón. Quién no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar”.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Al Buen Dios...





Si confiara en Ti la mitad de lo que creo confiar…
me abandonaría por completo en Ti, sin temores,
sin peros, con la plena convicción de estar
en las mejores manos.


Si confiara en Ti la mitad de lo que afirmo confiar…
no miraría con temor las nubes negras, sino
con la esperanza de que después de la tormenta
siempre vuelve a brillar el sol.


Si confiara en Ti la mitad de lo que intento confiar…
tendería mi mano hacia Ti, cerraría los ojos y
me dejaría llevar por tus brazos amorosos con
plena confianza.


Si confiara en Ti la mitad de lo que anhelo confiar…
viviría con más frecuencia el Ahora, disfrutando
de los mágicos momentos que la vida

nos regala cada día.

Si confiara en Ti la mitad de lo que digo confiar…
no intentaría darte instrucciones al dirigir mis
oraciones hacia ti, sino te pediría siempre
que se haga Tu voluntad.


Soñadora

miércoles, 19 de octubre de 2011

El ruido de la carreta...

Caminaba despacio por el campo un padre con su hijo, cuando él se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, le preguntó al hijo:

“Además del canto de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?”.


El hijo aguzó el oído y le respondió:


“Oigo el ruido de una carreta”.


“Eso es —dijo el padre—, una carreta; y estoy seguro que es una carreta vacía”.


Preguntó entonces el hijo:



“¿Cómo sabes que está vacía, si aún no la hemos visto?”


A lo que el padre respondió:



“Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”.



Con el paso del tiempo el hijo comprendió que igual sucede con las personas y que la humildad es una gran virtud.


Cuento popular

miércoles, 12 de octubre de 2011

No te olvides de respirar...


Suena gracioso ¿no? Pero es verdad, he llegado a la conclusión de que solemos olvidarlo. Te invito a recordar cuándo fue la última vez que pensaste en respirar en profundidad y conscientemente. La mayoría de nosotros responderá que hace mucho o que no suele pensar en ello, total si es tan fácil e innato respirar, no tiene sentido pensar en ello.

Según lo que he leído, cuando nacemos y mientras somos niños solemos respirar mejor, pero hay algún momento en el camino a ser adultos en que vamos haciendo a un lado esta buena práctica y nos limitamos a respirar “en automático”. Al hacer esto oxigenamos solo a medias nuestros pulmones y en general, nuestro organismo se pierde del beneficio de respirar adecuadamente.

Pero yo he observado que esto va más lejos aún, la respiración es una de las mejores terapias anti estrés que conozco, y no necesitamos ser unos expertos, tan solo necesitamos robarnos un par de minutitos algunas veces al día, e inhalar conscientemente por la nariz intentando llevar oxigeno a cada rincón del cuerpo, saborear ese aire y luego expelerlo de a poquitos por la boca y nariz, disfrutando el momento. Sentirás inmediatamente la diferencia, tus pensamientos se ordenaran, y poco a poco la serenidad irá reemplazando al bullicio interior.

Los que practican deportes, yoga, taichí o meditación saben muy bien de esto, y por ello le dedican su tiempo e importancia.


Yo intento hacerlo por las mañanas, luego de mi sesión de ejercicios. Me tumbo en el piso, cierro los ojos, y siento el contacto del piso con mi cuerpo, me apoyo bien, suelto los brazos y las piernas y me relajo. De pronto estoy en el paisaje mas relajante que en ese momento puedo imaginar, sea en la montaña, en el río, a la orilla de un lago, junto a una cascada, en el bosque o quizás caminando por la arena junto al mar. Entonces inhalo con profundidad por la nariz, contengo el aire un momento y luego exhalo, siento paz y serenidad, una sonrisa quiere aflorar, vuelvo a respirar, puedo sentir como el oxigeno va inundando mi ser y llega a mis pulmones y a mi cerebro, las ideas se aclaran, vuelvo a exhalar. Una vez más respiro, contengo y exhalo. La magia se ha producido, estoy relajada, confiada, serena, recargada, dispuesta a vivir un día pleno.


Luego, en el transcurso del día, cuando lo recuerde, haré un par de respiraciones más, aún sentada en mi escritorio, sé que mi cuerpo y mi mente me lo agradecerán. Te animas a probarlo? Si ya lo haces, te invito a compartir tu experiencia en los comentarios.
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