A celebrar....que hay motivo!

Recuerdo como si fuera hoy el 9 de diciembre de 1987, había asistido a mi control natal de 8 meses y medio y no muy sorprendida escuché decir al médico que debía quedarme internada, pues ya estaba preparando labor de parto. Y fue así como llegó al mundo mi querido chiquito.

Han transcurrido ya 22 años desde aquel día, y ha sido muy enriquecedor para mí acompañarlo en este camino, algunas veces muy de cerca, otras tratando de controlar el instinto y manteniendo cierta distancia, respetando sus decisiones y apoyándolo en lo que se puede.

Fue un niño travieso y juguetón, dueño de una maravillosa imaginación, que lo llevó a convencer a su amigo que nuestra casa era una nave espacial y que en cualquier momento emprendería vuelo.

Fanático de los disfraces, hizo de nuestra querida Oko su cómplice en la elaboración de los mismos, representando con mucho realismo los diversos personajes que elegía.

Pese a su crecimiento y madurez, aún hoy puedo vislumbrar por el brillo travieso de su mirada, a aquel niño juguetón que fue.

Hoy, físicamente un océano

 nos separa, pero sé que nuestros corazones y sentires permanecen cerquita, y me alegra tener la certeza de que ambos sabemos que siempre podremos contar uno con el otro. Te mando ahora mi chiquito un abrazo grande grande, que atraviese ese océano y llegue directamente a tu corazón, y te dedico está canción de bendición que sé que te gusta.

Demás está decir que deseo para ti justamente aquello que dice la canción:

¡Quieran los caminos guiar nuestros pasos juntos,
y soplar suavemente el viento a tu espalda.
Que la refrescante lluvia esté sobre tus campos
y que el sol radiante caliente tu rostro.
Y hasta que nos volvamos a ver
te resguarde Dios en la palma de su mano!

¡Te quiero mucho!