Podría decirse que desde el instante mismo en que se formó,
sintió que era muy especial. En realidad era una más entre muchísimas, todas
apretaditas en ese interior suave y oscuro, luchando por obtener su propio
espacio, y sin saber bien qué pasaría luego. Pero su intuición le decía que por muchas cosas que ocurrieran ella de alguna manera destacaría. Y así fue creciendo y poniéndose redondita
y compacta, incluso sentía que aquella sustancia gelatinosa que la recubría
como suave vestimenta era más brillante que la del resto. Apretujada entre las demás pero sintiendo que
destacaba, y sin prestar atención a las otras que la querían convencer de que
eso era todo y que jamás saldrían de la cueva seguía
con atención cada movimiento y cada cambio ocurrido en ese interior sumido
en las penumbras.
Las otras percibían que ella se sabía especial y empezaban a
murmurar y apartarse un poquito de ella, pensando que era una ilusa al creer
que podía haber algo más. Y así pasaban los días, y la cueva en que habitaban
se hacía más grande y ellas seguían
aumentando en cantidad y tamaño, prácticamente no quedaba un espacio libre en
este interior pues ya sumaban medio millar.
Un día
sintieron que algo movía toda la cueva y que ésta se abría y se separaba en dos quedando todas ellas al descubierto, cegadas y maravilladas al
sentir la luz que las inundaba. Esto
causó gran confusión y revuelo, los comentarios no cesaban, y el temor se hizo presa de la mayoría. Algunas se cayeron, otras se desmayaron o rodaron y se extraviaron, pero ella se concentró para
brillar más y para hacerse notar y consiguió ser una de las elegidas. Y fue así que le dieron un baño y masaje profundo,
la secaron al sol, la frotaron con arena y luego la cubrieron con las mejores
tierras, la alimentaron con vitaminas
abundantes y la bañaron con frecuencia
hasta que tuvo la dicha de comprobar que crecía y se desarrollaba y poco a poco
se iba convirtiendo en una hermosa planta de papaya dispuesta a dar los mejores
frutos.
Deja tu huella
en tu corto paseo
por este mundo...
Soñadora
Son muchas las semillas y pocos los buenos frutos, algunos son únicos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que ternura de texto.
ResponderEliminarLa semilla encierra la promesa de todo un bosque, en éste caso la papaya cumplió con su cometido.
Besos Soñadora.
Hay semillas que son especiales...
ResponderEliminarAmistades también...
Te mando muchos rayitos de sol, excesivos en estos momentos aquí...Hasta septiembre un beso muy fuerte
¡Guau! Me centré en la burbuja y nada que era la semilla. Te quedó tan bello, con una delicadeza que es una caricia para el espíritu.
ResponderEliminarYo también te mando muchos rayitos de sol, para que no pases frío.
Besos, amiga.
Que hermoso canto a la esperanza,a tener sueños y que se pueden convertir en realidad y......crecer para darse a los demás.
ResponderEliminarHermosisimo
Cariños
Rafael, habrá que seguir sembrando..
ResponderEliminarUn abrazo!
Adriana, gracias por tu comentario, siempre enriquece!
ResponderEliminarBesitos,
Camy, gracias por tu amistad, y tus rayitos de sol!
ResponderEliminarBesos,
Sara, gracias por tus palabras y tus rayitos de sol, muy bienvenidos.
ResponderEliminarBesitos,
Abu, que bonito comentario, gracias!
ResponderEliminarBesitos,