La magia de la sonrisa...

Esta semana , casi sin pensarlo me ha tocado recaudar varias sonrisas que a su vez han dibujado una en mi rostro.

Por ejemplo, el día lunes asistí a una misa, y al acercarme a comulgar, miré al sacerdote al recibir la hostia y el me miró y me regaló una maravillosa y espontánea sonrisa!

Por otro lado, envíe un correo de negocios a un proveedor y al leer su respuesta pude percibir también una sonrisa entre líneas.

Hoy conversé con mis hijos por teléfono, y al escuchar sus voces mi corazón sonreía y pude "ver" en ellos las más fantásticas sonrisas que recuerdo!

Y así podría continuar.....

Es increible el poder que tiene una sonrisa, es algo así como un efecto multiplicador pues difícilmente recibimos una sin corresponderla! No puedo negar que a mí me encanta sonreir e intento hacerlo cada vez que lo recuerdo.

Les dejo hoy una historia que encontré y justamente habla de sonrisas......... espero que al finalizar de leer cada uno de ustedes me regale también una maravillosa sonrisa, yo a mi vez les dejo una a cada uno!

Aquel día la maestra había propuesto un nuevo reto a sus alumnos: la alegría. Les había nombrado 'recaudadores' de alegría, para ver qué se les ocurría con tal de provocar este sentimiento en los que les rodeaban. Y aunque todos hicieron cosas realmente encantadoras, aquella vez Carla Simpatías dejó a todos con la boca abierta.

Algunos días después del encargo de la señorita Elisa, Carla apareció cargando un gran saco.

- Aquí traigo toda la alegría que he recaudado en estos días -dijo sonriente.

Todos estaban expectantes, pero la niña no quiso mostrar el contenido del saco. En vez de eso, sacó una pequeña caja, tomó una cámara de fotos instantánea, y le entregó la caja a la maestra.

- Ábrala, señorita Elisa.

La profesora abrió la caja despacio y miró en su interior, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro; en ese momento, Carla le hizo una fotografía.

Enseguida deshizo el nudo que cerraba el saco y de ahí salieron ¡un gran montón de sonrisas! Eran cientos de fotos, todas ellas de variadas y bellas sonrisas.

El resto de la clase lo dedicaron a explicar cómo a Carla se le había ocurrido iniciar una cadena para alegrar un poquito a las personas: en la caja sólo había una foto con una gran sonrisa, y todos, al abrirla, sentían la alegría que transmitía y respondían a su vez con una sonrisa, casi sin querer.