Libertad anhelada...

"Inocente", la palabra quedó flotando en el ambiente, resonó y viajó en cámara lenta por todo el recinto hasta llegar a sus oídos, y pudo recién comprender con exactitud todo lo que significaba para él, y lloró, no pudo evitar que las lágrimas formaran un río interminable en su rostro y en su corazón . Pero estas lágrimas tenían otro sabor, otro gustito, eran de alegría.

Hacía ya tiempo que había aprendido que los hombres también lloran, y en los últimos 14 meses creía haberlo hecho cada día. Por miedo, dolor, pena, impotencia, rabia, frustración, arrepentimiento, incapacidad de comprender el verdadero motivo de su encierro.

Este tiempo le había enseñado la frágil frontera entre justicia e injusticia, poder y opresión, rencor y gratitud, verdad y mentira, amor y odio, encierro y libertad....

En pocas horas podría caminar libremente y sin rumbo fijo por las calles, quería hacerlo hasta sentir que sus pies ya no podían dar un paso más, llenar sus pulmones con ese aire enviciante y contaminado que pulula por la ciudad pero que en este caso solo significaba una cosa, que volvía a ser libre.

Anhelaba con todo su corazón retomar las riendas de su vida, empezar nuevamente a trabajar y sentir que si seguía vivo era por algún motivo, no quería desperdiciar ni un segundo. Se había propuesto hacer las cosas diferentes, actuar guiado por el corazón, mostrarle al mundo que había aprendido, que todo ese tiempo de encierro le había servido para meditar y analizar errores cometidos.

Iniciaría una vida nueva, enmendaría errores y viviría cada día a plenitud, recién ahora podría valorar lo que es la verdadera libertad....

Nota: Estas palabras nacen inspiradas por una persona a la que aprecio mucho, y que luego de estar injustamente encerrado en prisión durante 14 meses, sin pruebas en su contra, goza desde el día de ayer de libertad. Permítanme hacerle este pequeño homenaje.