Rincón creado para tener un refugio personal, en donde poder volcar los pensamientos que suelen llenar mi cabeza , así como lugar de encuentro y amistad con personas del mundo entero....
Cuando era pequeña y vivía con mis abuelitos, papapa solía invitarme a salir a pasear. Recuerdo claramente su mano cálida extendida hacia mi y su pregunta ¿vamos de paseo por el prado?. Yo aceptaba emocionada, nos tomábamos de la mano y salíamos a dar una vuelta al parque. Así de simple, así de mágico. Ayer tenía que salir a realizar unas gestiones al banco. Usualmente tomo un taxi, sin embargo y pese a que no andaba muy sobrada de tiempo, decidí ir caminando. Calculo que serán unas 15 cuadras a lo mucho. Tenía varios caminos posibles, por las avenidas, por las callecitas aledañas, usando los pasajes, pasando por los parques. Elegí combinar pasajes y parques.
Muy seria iba yo, con paso apresurado pensando en todo lo que tenía de hacer, planificando cada detalle. De pronto, al salir de un pasaje casi me choco con un pequeño colibrí que muy concentrado libaba el néctar de una flor. Detuvo por unos instantes su labor, me miró a los ojos brevemente, me permitió contemplar su colorido y siguió su vuelo. Avancé unos pasos y escuché el canto fuerte de unos mirlos que parecían decirme "viste que buena idea tuviste al venir caminando?". Mas adelante, en el mismo parque había una manguera abierta y se había formado un pequeño charco en el que dos pajaritos amarillos retozaban disfrutando de un refrescante chapuzón. A esas alturas me percaté que yo ya no iba seria, ni apresurada. Iba sonriente, y me provocó hasta cantar! Llegué relajada, realicé mis gestiones, y mi día dio un vuelco tremendo. Comprendí que una vez mas, había tomado la mano de papapa y había salido a dar un paseo por el prado...
Nunca deja de sorprenderme la asombrosa capacidad que tenemos para, después de cada caída, volvernos a levantar. Algunas veces lo conseguimos pronto, otras, tardamos un poco mas. Pensamos con frecuencia que esta vez no podremos, que el golpe nos hirió muy profundo, que desfallecemos y no podremos. Pero pese a todo, aunque sea cojeando o trastabillando salimos a flote y continuamos nuestro camino. Siempre hacia adelante, nos levantamos y avanzamos, al principio débiles, temerosos, inseguros; hasta que poco a poco vislumbramos un rayito de esperanza, volvemos a sentir ilusión, nos fortalecemos, aprendemos, interiorizamos e inclusive logramos volver a sonreír. Somos como las rocas, que el mar bravío golpea sin cesar y permanecen ahí, bien afianzadas. Somos como los árboles, que pese a la fuerza del viento, el calor o las frías nevadas, hunden con fuerza sus raíces y no cesan de crecer. Somos como las semillas, en apariencia frágiles, pero que guiadas por el viento encuentran terreno fértil, y son capaces de germinar. Y cada golpe, cada caída, cada pérdida, cada desilusión, cada contratiempo, cada inconveniente, cada experiencia, cada dificultad, cada tristeza, cada dolor, cada circunstancia, nos moldea, nos enseña, nos fortalece, nos ayuda a crecer y madurar y nos acompaña en el camino.
Soy una persona simple, que trata de vivir en paz y armonía y de estar rodeada de pensamientos que alimenten mi alma y me permitan ser optimista y positiva